miércoles, 29 de agosto de 2012

No me impone

No me impone tu voz,
mortalmente cercana,
azulada, alta, fortuita.

No me impone tu fuego carnal,
tu misterio indefinible,
o la tensión del arco de tus labios.

No me impone el trigo nuevo,
trigo verde, clima de tus ojos,
ni la mirada que crepita en tus pupilas.

No me impones,
deliciosamente no me impones,
pero te estás haciendo vela en la palabra.

Y toda tú sabe ser punzada de recuerdo,
o incansable pólvora en el pecho,
o amor largamente inconcluso.

Y yo ya no soy de pan tierno,
pero aún siento, querida,
y sé de qué estás hecha.

Así que no olvides que busco como un perro,
insaciablemente existiendo.

Así que no olvides que te quiero,
más allá del mundo y de tu cuerpo.


lunes, 20 de agosto de 2012

La cuesta

Tu voz te enclava, te enumera,
te destina a una celda armada con cifras.

Tu voz segura de sí, cierta de mí, 
ave delgada, sierra tranquila.

Pero tu piel; piel de cacao,
mazorca enamorable, vapor sutil.

Pero tu piel es verbo de caricia,
fin del mundo, comienzo de mis manos.

Tu voz te define y te detalla,
ya que la vista goza en la mentira.

Y la tierra auténtica, de llano seco y polvoriento,
no podría besarte las raíces.

Pero tu piel, caña de azúcar, libertad,
calor de valor incalculable.

Pero tu piel ligera, evaporable,
juega con el olvido necesario.

Porque tu piel es a mis ojos
lo que a una mano fría una hoguera.



jueves, 9 de agosto de 2012

Ingobernable

Te vas a quedar siempre en una foto
y en la inflamación perdurable de mi alma
y en el vasto concierto de las olas.

Te vas a quedar lejanamente
siendo lealtad de mis pupilas,
allí donde no te cueste esta mirada.

Mi letra, quebranto de un deseo,
se convierte en fuego de astuta escapatoria
y muero tantas veces como días.

Crueles nebulosas de nieve
van dando paso a toros engendrados
para embestir al acero que los lidia.

Y si he de matar, mato con las manos;
incluso tenso el arco que me apunta
y cerrando los ojos beso al cielo.

Pero la batalla, triste lucha,
no contempla ninguna tregua de cuerpos,
o siquiera el ingenio pretendiente.

Así que mis dedos son sastre
y remiendo tu imagen por doquier
para rasgarla de nuevo.

Hasta que me destruya mi hogar de ti
que se parece al mar ingobernable,
que se parece a nada.

Así que le pido a nadie
dame remos
si no es aire.



miércoles, 1 de agosto de 2012

Error 404

Ponme otra copa, Noche,
que el cielo no deja de mirarme
y me enzarzo con el cerco del recuerdo
y un nombre tiene hojas de sable.

Una balaustrada antigua
quiere silbar viento errante,
mas estás tan callada, Noche,
que se oye el silencio del aire.

Cólmame de calma,
que con brío zozobra mi nave,
en el vinoso ponto de mi alma
no habrá dios que me rescate.

Libra batalla el labio,
al labio que tiembla a tu imagen,
color de confusa arenisca,
puño que mueve mi sangre.

Sírveme la última, Nombre,
nombre que atenta mi carne,
florido cristal de madrugada,
corona de sol emigrante.

¿Cuándo cesarán mis pies plomizos
de creerse aletas caudales?